Edificio 111, Terrassa, Barcelona.
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Documentación técnica · Technical documentation
Este edificio está ubicado en un barrio de nueva creación. La poca personalidad de estas nuevas áreas de ciudad, nos hizo plantear que el edificio no tuviera que esperar a que llegara el comercio y la vida dinámica a sus Plantas Bajas, sino que por su diseño se identificara desde el momento de su construcción con su entorno, dialogando con él y consiguiendo así una personalidad propia.
Las texturas del lugar donde se ubica este edificio, caracterizado por un paisaje de pinos y una riera muy seca, hace pensar en una fachada compuesta de sombras y texturas. Así la luz, en contacto con estas cavidades y relieves, produce una continuidad con el paisaje del entorno. Por estar situado en una zona muy abierta al final de la ciudad, su fachada ha de responder a diferentes distancias de visión: desde lejos con relieves que tratan el edificio como una unidad, sin hacer evidente la medida que realmente tiene esta construcción; de cerca proponiendo una complicidad con quien se acerca, lo toca, se apoya en él.
Desplegamos todas las fachadas en un dibujo continuo, que permitiera verlo todo desde un extremo a otro de una sola vez. De esta manera, podíamos pensar todo el edificio en continuidad, con una textura que fuera peinando todo el perímetro sin distinguir fachada ni orientación. Esto daría unidad al conjunto, convirtiéndolo en un edificio unitario, preparado para ser visto por cualquiera de sus lados. Este primer dibujo de la fachada exterior, ya fija la intención de no fragmentar horizontalmente el edificio por plantas, sino que las bandas de textura (luego de molduras) marquen unidades de tamaño y escala diferente. Estas escalas tienen que ver con las del paisaje, con verlo desde lejos y no saber exactamente cuántas plantas tiene este edificio, si veinte o una sola… También las ventanas y puertas se definen por agrupaciones y densidades de masa y excavación, que impiden ver desde el exterior dónde acaba una casa y dónde comienza la otra, ni cómo son de grandes. Tanto las fachadas interiores como las exteriores están influidas por la erosión y las texturas que dominan el paisaje de este lugar: erosiones de las rieras y texturas de los pinos. Pero mientras el exterior es más estricto y cerrado, el interior es fragmentado y abierto, mostrando la variedad y reverberancia de las 111 familias que viven ahí.
La fachada exterior es portante, hecha de hormigón in situ, con molduras en bandas horizontales alternadas con franjas planas, y atiende a dos visiones diferentes. La visión lejana, llegando desde la ciudad o desde el campo, reconoce bandas de altura variable, lisas o molduradas. Las bandas no siguen la altura de una planta, sino que dibujan un volumen completo, de extremo a extremo, de calle a cielo, sin explicar cuántas plantas ni cuántas viviendas tiene el edificio. La segunda visión de la fachada es la de la escala cercana, la del peatón que llega y la toca, se apoya y se mide contra ella. El edificio, en un gesto amable, parece invitar a sentarse o reclinarse a quien se acerca.
Las molduras están dimensionadas según el cuerpo humano: cada una mide 45 centímetros de alto, cuatro juntas miden 1.80 metros; dos molduras llegan a la cintura, la más baja a la rodilla, la tercera al codo… Es fácil apoyarse o sentarse contra esa fachada al conversar, casi sin querer.
Para decidir la forma y dimensión de las molduras, medimos una serie de fachadas de palacios renacentistas florentinos, un catálogo de almohadillados con características distintas y adaptarlo a la fachada del Edificio 111.
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Proceso de construcción · Construction process
Al pensar en el material para esta fachada, nos interesó el hormigón por varias razones: primero, por su peso, que nos acerca a la gravedad de este lugar. Segundo, por su carácter pétreo, que lo hace muy resistente al tiempo y al desgaste. Nos interesaba el hecho de una fachada que se iba construyendo y quedaba terminada en el mismo momento de desencofrarla, una fachada que se construía y acababa a la vez.
El sistema constructivo de hormigón in situ nos permitía variar todo lo que fuera necesario para responder a este perímetro tan cambiante y, al mismo tiempo, la fachada se convertía en portante, cerramiento y estructura a la vez, simplificando elementos constructivos.
Para el relieve exterior se utilizaron unos moldes de poliestireno, de poco peso y fácil manipulación en obra, probados aquí por primera vez. Se fabricaron en industria para equilibrar el tiempo de construcción lento y cuidadoso del hormigón in situ, cortando los grandes bloques de poliestireno con un hilo caliente para darles el relieve diseñado. Una vez cortados los moldes de poliestireno, se forraban con una fina lámina compuesta por cartón y aluminio para mejorar su desencofrado.
Debido a que las medidas máximas de este material eran de 1m x 1m x 4 metros de largo, y las molduras tenían una altura de 45 cm, no era posible sacar moldes de más de dos molduras de alto por bloque. Así, dibujamos todas las fachadas del edificio para planificar las juntas, cada un máximo de 4 metros de largo y 90 cm de alto, evitando que coincidieran verticalmente e intentando relacionarlas con los huecos de la fachada.
Durante la obra, los moldes llegaban numerados por planta y sector del edificio, coincidiendo con la numeración de los planos de despiece, para que los operarios pudieran ubicarlos sin mucha dificultad.
Una vez puestos en obra, se pegaban con silicona a los encofrados planos de madera de una planta de altura, que les servían de soporte.
Cuando todos los moldes estaban pegados, se siliconaban sus juntas sin dejar ningún poro abierto por donde pudiera escapar el agua del hormigón
A continuación se colocaba la armadura, y un encofrado liso cerraba el muro por el interior, para comenzar a hormigonar.
En las labores de encofrado fue necesario, para las zonas molduradas, la previsión de unas reservas interiores hechas con cajas.
El encofrado trepante usado, con la consola ascendiendo sin necesidad de apuntalado, obliga a una posición concreta de los agujeros que debe conocerse y planificarse a priori.
El sistema requería de una planificación extra y, al contrario que otros sistemas más habituales, aquí no se trata de construir y después forrar, para más tarde volver a forrar el forro y así ir tapando progresivamente sino más bien al contrario: se trata de desnudar el edificio, de mostrar cómo se ha construido, y de evidenciar este proceso de construcción hasta el extremo de mostrar incluso las posiciones en las que se apoyó el encofrado.
El peligro de oquedades y coqueras en unos muros con tanto armado y tantas variaciones de sección, llevaron a la necesidad de obtener una fluidez y una docilidad más alta para el hormigón, que se resolvió con fluidificantes y con un control del tamaño del árido (de doce milímetros aquí).
© Àlex Garcia
La construcción del hormigón in situ podría agregar una textura al acabado final que dejara a la vista el rastro del proceso de construcción. Así que los diferentes tonos debido a los distintos momentos de fraguado, las marcas de áridos y encofrados, todo pasó a ser un elemento positivo para el acabado final.
© Adrià Goula | © Duccio Malagamba
Decidimos apostar directamente por las fachadas portantes y por enseñar el proceso constructivo, mostrando todos los sistemas, aparatajes, despieces, pasos, latiguillos y huecos que van asociados al sistema escogido
El resultado es una fachada marcada por el ritmo, la luz y las sombras, en la que los rastros del proceso de construcción quedan a la vista.
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Créditos · Credits
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Proyecto y Dirección de Obra · Design and constraction managemet:
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Dirección de Ejecución · Constraction supervision:
Xavier Badia | Flores & Prats
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Estructura · Structure:
Manuel Arguijo
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Instalaciones · Technical facilities:
Bernat Alonso
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Constructora · Contractor:
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Promotor · Cliente:
Sociedad Municipal de la Vivienda de Terrassa
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Fotografías · Pictures:
© Duccio Malagamba | © Adrià Goula | © Àlex Garcia | © Filippo Abrami